Viva el cine

 La educación en el cine

La verdad es que, cuando nos preguntan sobre películas que pongan en valor sistemas educativos, las primeras que se nos vienen a la mente suelen ser películas como "El club de los poetas muertos" o "Los chicos del coro", por eso yo os traigo una película de animación española. No sé si alguno la conoceréis o si la habéis visto, pero ganó 7 premios Annie y estuvo nominada a mejor película de animación en los Óscar, año 2019. Para mí, debió ser la ganadora, sin embargo la academia de Hollywood, una vez más, pecó de proteccionismo americano y decidió premiar la propuesta propia de su país.

Haciendo un pequeño inciso, os recomiendo la película de Wolfwalkers. Esta película se postuló como favorita para ganar el óscar a mejor película de animación en 2020, por su original historia y su estilo tradicional de animación. Toda la animación de la película está hecha a mano (tardaron 3 años en montarla), a diferencia de las películas 3D actuales que se montan en un mes. Sin embargo, lo que le faltó a esta película, una vez más, es ser americana o llevar el logo de Disney. 

Bueno, dejando mi indignación de lado, continuemos con la película que os traigo. ¿Ya la habéis adivinado? Se trata de Klaus.

Esta película trata de un joven vago y caprichoso cuyo padre (responsable del servicio de correos) decide inscribirle en la academia de carteros para lograr que este madure. Sin embargo, ante las constantes huidas del joven, este decide tomar medidas extremas. Lo envía a un pequeño pueblo del círculo polar ártico, llamado Smeerenburg. 

El joven, llamado Jesper, en un primer momento se niega, pero ante la amenaza de ser desheredado decide aceptar el reto de entregar 6000 cartas.

Al llegar al pueblo descubre que este está en guerra, con dos familias rivales enfrentadas, al más puro estilo Romeo y Julieta. En este pueblo su lema era básicamente, para que voy a mandar una carta si puedo hablar a cañonazos. 

El joven cartero, nada más llegar se ve envuelto en la trifulca y acaba escondiéndose en la escuela del pueblo, donde conoce a la profesora, la cual, ante la falta de alumnos, se dedicaba a vender pescado. Según parece, esta profesora había llegado al pueblo con la ilusión de enseñar, sin embargo se encontró con un pueblo en el que lo único que querían aprender era a como odiar al vecino.

La historia continua con el encuentro entre este joven cartero y un carpintero (Klaus) que vivía alejado del conflicto, en una pequeña casa hacia en interior de las montañas de hielo. Tras una serie de acontecimientos, Jesper descubre que Klaus siente pasión por los niños y que lleva fabricando juguetes muchos años, por lo que decide usar las cartas como reclamo para que los niños le pidan a Klaus algunos de sus juguetes. Y aquí es donde entra en juego el papel de la docencia, ya que muchos de estos niños no sabían ni leer ni escribir, por lo que no podían elaborar sus cartas. Ante este problema, Jesper decide recomendarles que vayan a la escuela. 

Ya os imaginaréis la sorpresa de la profesora cuando vio en su clase alumnos queriendo aprender. Relacionando esto con los tipos de pedagogía según Fullat, creo que correspondería a la personalista porque es la única escuela del pueblo y tiene que adaptarse a las necesidades de los alumnos, ya que presentan niveles dispares de conocimientos (algunos saben leer, otros no, etc...).

La verdad es que es una película muy recomendable y muy bonita. Creo que ya he hecho suficiente spoiler (aunque me he saltado unos cuantos detalles para no destriparla completamente), así que si queréis saber el final, ya sabéis, a verla.

Cómo reflexión final, creo que mi objetivo como docente sería desatar alguna que otra pasión. Qué los alumnos encuentren algo que les apasione y les motive para seguir adelante. Creo que es un objetivo bastante bonito, pero complicado actualmente debido al embotamiento llamado Internet.

Así que hasta aquí esta entrada. ¿Qué os ha parecido? ¿Conocíais la película?

Hasta la próxima.